El control de esfínteres es un proceso en el desarrollo infantil que implica madurez motora, neurológica y emocional. Este hito no solo marca un avance en la autonomía del niño o niña, sino que también refleja su crecimiento integral. Vamos a ver cada uno de estos aspectos para darnos cuenta de la importancia de entenderlos y observarlos.
3 tipos de desarrollo
Motor y físico
Para que un niño o una niña logre controlar sus esfínteres, es fundamental que haya alcanzado ciertos momentos en su desarrollo motor y físico. Algunos de estos incluyen:
- Destreza para caminar: no siempre el desarrollo es un desarrollo neurotípico esperado, hay ciertas edades como puntos de corte para saber qué tipos de hitos podemos esperar. Para cada caso puntual deberán consultar con profesionales.
- Capacidad de permanecer sentado.
- Equilibrio o fuerza para su sostén.
- Aprendizaje del ejercicio voluntario: el niño o niña debe aprender a retener y expulsar voluntariamente sus necesidades fisiológicas.
- Trepar.
- Suele darse entre los 2,5 y 4 años.
- Retención: debe ser capaz de mantenerse seco/a al menos dos horas.
Desarrollo neurológico
El desarrollo neurológico es igualmente importante en este proceso. Los niños necesitan:
- Noción corporal: Conocer su propio cuerpo y sus funciones.
- Registro de la necesidad de expulsar: ser conscientes de cuándo necesitan ir al baño y que esto genere cierta incomodidad física.
- Seguir instrucciones simples de uno o dos pasos.
- Comunicación de necesidades: expresar sus necesidades de alguna manera, ya sea verbalmente o a través de gestos, miradas… (podés leer más sobre la intención comunicativa acá)
Emocional
El control de esfínteres viene a ser algo así como la “precuela” del desarrollo de la tolerancia a la frustración. Si uno debe aguantarse y retener el expulsar ciertas necesidades fisiológicas, estamos hablando de abstinencia, es decir, el niño o niña suele estar acostumbrado/a a pretender satisfacer de inmediato sus necesidades y, ahora, que entre su necesidad de hacer pis y el momento concreto en el cual lo hace medie un período de tiempo, los/as convoca con espera y frustración (¡esto totalmente esperado y saludable!), y por ello con la abstinencia “debe aguantarse” un deseo genuino e inminente de control inhibitorio y búsqueda de espacio adecuado.
El control de esfínteres también está profundamente ligado al desarrollo emocional del niño. Este proceso es una especie de "precuela" al desarrollo de la tolerancia a la frustración:
- Interés en el baño: el niño o la niña debe mostrar interés en la situación del baño. Esto puede surgir de la observación de otros/as, la curiosidad por la ropa interior de tela o simplemente jugar en el baño.
- Motivación ambiental: la curiosidad del niño puede ser genuina o estimulada por su entorno. Es importante que los cuidadores estén atentos a estas señales y las fomenten adecuadamente.
- Noción del "yo" o "mío": el niño empieza a identificar sus pertenencias y su propio cuerpo.
Siempre recordá que el control de esfínteres es un proceso complejo y único para cada niño/a. La paciencia y el apoyo de la familia y sus cuidadores son fundamentales para que ellos/as atraviesen este hito en su crecimiento. Entender que cada niño/a tiene su propio ritmo de desarrollo y es esencial para respetarlo/a, y ofrecerles un ambiente seguro y motivador para que logren su autonomía. Como siempre, tenés muchos más consejos dentro de nuestro curso “Acompañando el control de esfínteres: estrategias prácticas para el proceso” junto a Laura Francomano, consultora del equipo.