La papilla ha sido un pilar en la alimentación complementaria durante generaciones. Sin embargo, es importante entender cómo y cuándo utilizarla para asegurar un desarrollo saludable y una transición exitosa hacia alimentos sólidos. A continuación, te contamos el rol de la papilla en los primeros meses de alimentación y cómo combinarla con el método Baby-Led Weaning (BLW).
Uso de la papilla: de los 6 a los 12 meses
La papilla se utiliza como una forma de introducir alimentos sólidos de manera gradual, generalmente hasta los 10 meses y no más allá de los 12. Una de las particularidades de la papilla es que los alimentos deben ser pisados con un tenedor en lugar de ser procesados o licuados, lo que permite conservar cierta textura. A medida que el bebé crece, la consistencia de la papilla debe ir cambiando, pasando de una textura suave a una más grumosa, con pequeños trocitos que el bebé pueda explorar.
Un enfoque participativo y activo
El objetivo de la papilla es no solo alimentar al bebé, sino también involucrarlo en el proceso. A diferencia de un enfoque pasivo, donde el bebé simplemente espera a ser alimentado, la introducción de papillas con diferentes texturas y colores le permite participar activamente. Esto puede incluir tocar la comida, observar su preparación y experimentar con diferentes sabores y sensaciones.
Presentación de los alimentos: papilla con colores y texturas separados
Es ideal presentar los alimentos por separado para destacar los colores y las texturas individuales en lugar de mezclarlos en una papilla homogénea. Esto no solo hace que la comida sea visualmente atractiva para el bebé, sino que también le ayuda a distinguir y familiarizarse con diferentes sabores y consistencias. Dejar pedacitos y cierta grumosidad en la papilla permite que el bebé experimente y se adapte gradualmente a alimentos más sólidos.
Combinando BLW y papilla: un enfoque flexible
Una de las ventajas de la alimentación complementaria es que los métodos no son excluyentes. Es posible mezclar BLW con papilla para ofrecer una experiencia alimentaria más completa. Por ejemplo, puedes preparar un puré de brócoli y, junto a él, ofrecer un “arbolito” de brócoli con un corte seguro para que el bebé lo toque y explore. Si te sentís inseguro/a respecto a ciertos alimentos sólidos, podés adaptarlos a una papilla hasta que el bebé esté listo para manejarlos.
Disfruta del proceso, sin miedos
La transición de papillas a alimentos sólidos debe ser un proceso disfrutable tanto para el bebé como para los padres. Es importante no apresurarse ni preocuparse excesivamente. Poco a poco, el bebé va a desarrollar las habilidades necesarias para manejar alimentos más complejos. Recordá que este es un viaje de descubrimiento y aprendizaje, y la paciencia y la confianza son clave. Podés leer más sobre alimentación complementaria acá.
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