Existen situaciones que suelen ser comunes y la respuesta para solucionarlas puede estar en los hábitos: ¿Cuántas veces te ha pasado levantarte en medio de la noche porque tu hij/a se despertó y pensar: “Algo tenemos que cambiar”? O quizás presenciaste una explosión emocional y te preguntás cómo evitar que vuelva a suceder.
Los seres humanos somos criaturas de costumbre. Vivimos rodeados de hábitos, conductas que aprendemos, instalamos y repetimos sin pensar. Un hábito no es más que un comportamiento automático que se repite en el tiempo. Pero si querés resultados diferentes en tu hijo/a, el secreto está en cambiar la forma en que hacés las cosas.
Un ejemplo común: el despertar nocturno
Imaginemos esta situación: son las 3:00 de la mañana y tu hijo/a se despierta por tercera vez desde que se durmió. Vos, agotada, le das una mamadera, aunque sabés que no tiene hambre. Esto se vuelve un hábito. Él se despierta, vos te levantás, le das la mamadera y a la mañana siguiente te preguntás por qué pasa lo mismo todas las noches.
Ahora bien, la pregunta que debemos hacernos es: ¿Quién instaló este hábito?
No se trata de buscar culpables ni de señalar lo que está bien o mal. El objetivo es reflexionar sobre los hábitos que ya están instalados en nuestra casa y entender cómo podemos cambiarlos si no nos están funcionando.
Tomar la decisión de cambiar hábitos
Modificar un hábito en tu hijo/a es completamente posible, pero todo comienza con una decisión consciente de cambiar. Los niños, como los adultos, actúan de acuerdo a los patrones que conocen y repiten. Si queremos que un comportamiento en ellos cambie, primero debemos estar convencidos de que necesitamos modificar nuestro propio comportamiento.
Este es el primer paso: reconocer que somos nosotros, los padres y madres, quienes muchas veces instalamos ciertos hábitos y somos también quienes podemos modificarlos. Para lograrlo, hay que estar dispuestos a ser pacientes y consistentes y también a hacer pequeños ajustes en nuestra rutina diaria.
¿Por dónde empezar?
- Identificá el hábito actual: preguntate qué hábito querés modificar. En el ejemplo del despertar nocturno, es importante reconocer que darle la mamadera cuando no tiene hambre se ha convertido en una rutina.
- Definí el cambio que querés ver: pensá cuál es el nuevo hábito que querés instalar. ¿Querés que tu hijo/a aprenda a dormir sin depender de la mamadera? Entonces, debés planificar una nueva respuesta cuando se despierte.
- Sé constante: la clave para cambiar un hábito es la constancia. Los cambios no suceden de la noche a la mañana, pero con paciencia y repetición, el nuevo comportamiento se va a volver una nueva costumbre.
Nunca es tarde para cambiar un hábito en nuestros/as hijos/as. Lo más importante es estar convencidos de la necesidad de hacerlo y estar dispuestos a modificar nuestras propias acciones primero. Con tiempo, esfuerzo y amor podés lograr que los hábitos en tu hogar evolucionen de una manera más positiva.
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